Barcos hechos de interrogantes
Barcos hechos de interrogantes
¿No hay días en los que te levantas con una sensación muy rara en el cuerpo? Yo
tengo muchos días de esos… días en los que parece que el mundo no cuadra, que
parece no girar, o girar demasiado rápido. Días en los que tienes un
presentimiento raro, como de retroceso, o estancamiento y no sabes muy bien a
dónde se dirige tu barco.
No sé, hay días que parece que en mi barco de la vida no hay
capitán, ni tripulación, ni barcas, ni flotadores, ni nada... parece que todo
se va a derrumbar en cualquier momento. Que la brújula no me lleva a ninguna
parte y ni siquiera hay luz en el cielo indicando hacia donde me dirijo… me
encuentro encima de la atalaya mirando desesperadamente la nada. Entonces,
cuando el agua empieza a filtrarse entre la madera, me pregunto: ¿y si no
me dirijo hacia ninguna parte? ¿Y si no tengo un rumbo? Quizás la vida real es
eso, viajar sin rumbo, sin agujas, sin vientos… pero antes no parecía así;
antes parecía que todo tenía su camino imaginario entre las aguas, quizá sigue
estando pero cae tormenta y no se disipa en el horizonte, quizás hay tantas
direcciones posibles que la brújula da vueltas y vueltas porque ella está
tan perdida como yo, quizás… quizás hay que dar un giro al barco, quizás hay
que echar el ancla y pararse a pensar.
Quizás, quizás, quizás… parezco
una canción de Nat King Cole rayada en un tocadiscos… También me encuentro mal
y puede que todo afecte a todo
Ya decían en dentro del laberinto
que a veces para avanzar hay que retroceder, pero claro, ¿retroceder a dónde? Y
avanzar, ¿avanzar a dónde también? Estos meses el laberinto parece muy grande,
parece que no voy a encontrar nunca un castillo, y me quedaré aquí atrapada
para siempre, contemplando bolas de cristal que vuelan y soñando con bailes de
máscaras dentro de una burbuja de jabón…
Como empieza a ser tarde y me
encuentro mal... me tumbaré en mi cama hasta que acabe sumergida en mi
particular océano de interrogantes. Descansa bien que yo me voy a
dormir...