Y Nat King Cole y tu sombra:
Y
Nat King Cole y tu sombra:
Voy caminando por la calle,
con el pulso acelerado, con el café de caramelo ardiendo en la mano y con el
paraguas rojo que compré en aquella tienda pequeñita de segunda mano. Y voy acelerando
el paso, y empieza a sonar música: yo soy la chica que va escuchando “Corcovado”
de Stan Getz. Y, desde las estalactitas del paraguas, voy buscándote entre las
personas y sus pasos, pero son todo sombras y no te encuentro.
Voy caminando por la calle,
y me muerdo los labios, y saben al cacao de frambuesa que me puse esta mañana,
y pasa una sombra, y mis mejillas se vuelven frambuesa, pero no eres tú. Y entonces
la canción cambia y yo me convierto en la chica que va escuchando Nat King Cole
mientras saborea sus propios labios y sorbe café empalagoso.
Voy caminando por la calle,
y todo parece sombra, y empieza a llover más fuerte, y bajo por el caminito al
río, y subiendo la vista al puente veo muchas sombras pasar, pero ninguna como
la tuya, entonces me descalzo y me mojo los pies, dejo el paraguas en el suelo
y cojo una piedra y la lanzo fuertemente contra el agua, entonces pasa una sombra,
y es tu sombra, pero ya no te alcanzo, y la canción pasa.
Sophía