19.
Recuerdo que cuando era pequeña siempre quería tener diecinueve años, esa edad simbólica en la que estás en la flor de todo y puedes llegar a hacer cualquier cosa. Bien, ese día por fin ha llegado, y se ha iniciado con los mejores regalos del mundo: las personas más especiales del mundo… aunque algunas están ausentes siempre permanecen dentro de mí y eso es un regalo aún mayor.
Cuando van pasando los años te das cuenta de que lo
verdaderamente importante no es tener grandes cosas, sino pequeños recuerdos,
pequeñas conversaciones, pequeños momentos que de poco en poco se van haciendo
enormes. Todo lo que me hace ser yo con mis mil yos, entre todos los millones
de estrellas del mundo, son esos años que han ido pasando con todos los
detalles que hacen tanta mella en mí que me van construyendo.
Y muchos días, esas construcciones tambalean y te hacen
reconsiderarte todo, otras veces la melancolía puede contigo, los problemas se
hacen demasiado grandes para sobrellevarlos y te pierdes y solo quieres
sentarte en ese rincón de tu habitación en el que las rosas secas parecen
envolverte y llorar. Sin embargo, a fin de cuentas, tras todas esas barreras
aquí estoy, feliz, afortunada e completamente llena de vida.
Sophie