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La reina de mis mariposas: Interrupción 8ª P.

La reina de mis mariposas:
Interrupción
8ª P.
Si realmente existían las lámparas con genios, su humo rodeaba todo nuestro entorno aquella noche, la suerte, los deseos empezaban a cumplirse, pero yo no quería contar solamente hasta tres.

Michelle parecía un hada de porcelana bailando junto a mí entre besos y caricias. Las margaritas adornando nuestros pasos, los colores del agua de la fuente que parecían acompañarnos en la danza, los árboles y los búhos, todo, todo estaba idílicamente en su sitio, como si fuera un escenario hecho completamente para nosotros.

Sin embargo, la realidad siempre retorna a la fantasía. Lo mundano, lo vulgar, lo banal, por decirlo de alguna manera, no entiende de pasiones eternas. Así que entre ese paraíso perfecto en el que yacía con los ojos abiertos, el móvil empezó a sonar, al principio casi ni lo escuchaba, luego pasé a ignorarlo, a la cuarta llamada ya no se podía hacer nada, ¿por qué nadie respeta la soledad hoy en día? Michelle me dijo que lo cogiera no fuera a ser importante, así que qué remedio, tuve que hacer una pausa de realidad en una noche de algodón.

-   ¿Hola? Sabes que son las cuatro de la mañana, ¿no?- Era el pesado de mi amigo Dani, puede que suene demasiado exagerado pero en ese momento lo odiaba de tal manera que deseaba que no hubiera existido. Aún hoy en día, si pudiera sentir rencor hacia la persona más inoportuna, sería a Dani en esa noche semiperfecta.

-   Ya ya, ¿estabas con alguna tía o qué? Es que mira, estaba en el casco y me ha pasado una movida, le estaba tirando la caña a una pava, pero ha venido el portero y al parecer estaban liados, y uf, la que se ha montado macho, menuda paliza que…-. Pi. Pi. Pi.

Tras colgar a Dani en medio de su homérica historia, de ver que tenía doce whatssap de mis padres y unos cuarenta de la conversación de uno de esos grupos que se crean y que acabas por ignorar completamente, apagué el móvil. Tenía ganas de destruirlo, de romperlo, y de esa manera intentar romper con todas las posibles interrupciones que pudieran perturbar ese momento. Ojalá realmente hubiéramos estado solos en el mundo. 

Mientras yo estaba con mi sarta de pensamientos de odio a la humanidad, Michelle comenzó a reír paradójicamente.

-¿De qué te ríes?-.

-No lo sé, de nada y de todo supongo. De la situación en sí: de tu expresión, de que ni me había dado cuenta de que estaba sonando tu móvil. de que le has colgado a tu pobre amigo en medio de su historia, pero sobre todo porque nos estábamos besando y  he perdido hasta la noción del tiempo. Contigo las horas parecen volverse locas, y los segundos se convierten en minutos rápidamente. Eso no me gusta, porque me encanta estar contigo, es como si por fin pudiera sentirme totalmente a gusto con alguien. como si te conociera desde siempre y no tuviera prejuicios ni desconfianzas. Es como si siempre hubieras sido parte de mí. No sé si también te ocurre lo mismo-.

-Claro que sí, ya desde la distancia me gustaba estar contigo, todas las noches te espero en el Facebook todo el tiempo, y cuando estoy contigo quisiera hacer una fotografía y quedarme atrapado en ella, si pudiera realmente parar un momento en el tiempo, nos petrificaría aquí y ahora, en este instante, porque es precioso, porque eres preciosa-.


No pasaron ni tres segundos para que los labios de Michelle quedaran de nuevo prendidos en los míos, Mi mente pensaba en sus palabras, totalmente recíprocas, mi caótico ser había encontrado un hogar, un hogar precioso compuesto de margaritas, de rosas, de labios rojos, de cerezas, de miel en los ojos, y de la suave y blanquecina piel de Michelle. Un hogar candente donde perderme y perdernos para siempre.  

Sophía

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