Empieza a imaginar...
¿Tú no imaginas cosas?
A mí me encanta imaginar… Imaginar que vivo en un mundo aparte. Me gusta soñar que mi casa es un castillo encantado escondido entre la niebla, que nadie lo puede encontrar y que los árboles que lo rodean hacen que sea mágico…
A menudo bajo a tumbarme a mi rincón favorito del reino. Es un claro con dos columpios en el que todo es posible… Puedes tumbarte en la hierba y sentir la brisa del viento, cerrar los ojos y viajar a donde más desees. Hay tantos lugares a los que abarca la imaginación: quizá puedes ir a una cala en la que saborees la sal del mar, en la que escuches las melodías de las gaviotas y el sonido que producen las olas… Puedes estar en la cima de una montaña para gritar y gritar hasta que tu voz deje de sonar. Si de verdad lo crees, eres capaz de viajar a un lugar frío que despierte tus sentidos o, si lo deseas, nadar hasta llegar a una isla paradisíaca.
Cuando las estrellas iluminan el cielo, vuelvo a mi hogar… A mi habitación, la más alta, pues está situada en la cima del castillo; en las torres oscuras… Pero el cuarto no es negro, es lila-plateado y está rodeado de escritos, dibujos y recuerdos.
Las hadas vienen a visitarme de vez en cuando y no dejo de pensar en que son preciosas… Me gustaría tener alas y poder volar como ellas.
Imagino que el techo es diagonal como el de una buhardilla y que hay un cuadro que lo cubre entero (excepto por el agujero que hay en la cubierta para poder hablarle a la luna por las noches) y cambia según mi estado de ánimo…
Ahora mismo hay pintados unos delfines que bailan en las aguas cristalinas del Océano Pacífico. Eso quiere decir que mi alma está en calma porque te tengo dentro de mí, en lo más profundo de mi corazón… Y entonces un arcoíris aparece en mi habitación y su luz hace que despierte de nuevo…
Sophía