Mi isla
No podría olvidar nunca los bonitos rincones de mi isla. Son de esos en los que no te apetece ir a mucha velocidad porque solo quieres mirar y observar. Son de esos que te hacen introducirte entre las ramas de los árboles y en los que sólo un rayo de sol te haría apartar la mirada (pero no llega ninguno tan fuerte para hacerlo).
A pesar de hacer calor, se puede sentir humedad y un frío extraño que produce escalofríos. El típico frío que sólo se siente en pleno invierno al salir de la cama, pero que te alivia y te desahoga mientras sueltas un suspiro muy profundo, el que siempre me sale cuando te veo o cuando estoy tumbada en la cama mientras tus manos me acarician.
Entonces cierro los ojos y recuerdo mi isla y dentro de ella recuerdo los pinos, los árboles gigantes recubiertos por una capa de nubes bajas, esponjosas y con una delirante paz que suelo sentir si consigo volar y rozarlas en una bonita mañana.
Veo mi isla reflejada en tus ojos. Esa isla que descubrí en un curioso día uno de septiembre, a la una menos cuarto de la mañana.
Sophía
A pesar de hacer calor, se puede sentir humedad y un frío extraño que produce escalofríos. El típico frío que sólo se siente en pleno invierno al salir de la cama, pero que te alivia y te desahoga mientras sueltas un suspiro muy profundo, el que siempre me sale cuando te veo o cuando estoy tumbada en la cama mientras tus manos me acarician.
Entonces cierro los ojos y recuerdo mi isla y dentro de ella recuerdo los pinos, los árboles gigantes recubiertos por una capa de nubes bajas, esponjosas y con una delirante paz que suelo sentir si consigo volar y rozarlas en una bonita mañana.
Veo mi isla reflejada en tus ojos. Esa isla que descubrí en un curioso día uno de septiembre, a la una menos cuarto de la mañana.
Sophía