Felicidad
Quiero romper absolutamente todas las reglas y, no hacer el mínimo caso a la gente “normal” por así decirlo.
Voy a escribir más que nunca. A sonreír mientras tú o el sol me ilumine la mirada y a saltar, aunque me tachen de loca me da igual: pasearé y correré, quizá me resbale y me caiga pero, no importa, seguiré adelante e iré a contracorriente.
Hoy me parece bien todo. Me gusta mi vida mucho, no la cambiaría por nada del mundo…
Pese a que siempre me queje con que esté muy agobiada, me encanta tener cosas que hacer: tener que hacer miles de trabajos y ponerme a estudiar hasta que se me cierren los ojos. Porque no son un taco de apuntes o un montón de escritos, canciones y poesías: -¡qué va! Es parte de mí, parte de mis sueños y mi ilusiones, hasta mis necesidades primarias: llorar porque no salgan las palabras, leer un libro hasta el desfallecimiento, pasear bajo la lluvia y mojarme entera o resbalarme, estar escuchando una canción hasta que me duelan los oídos o, llegar a querer olvidar tanto mis recuerdos que me ponga a escribir hasta que me salgan cayos en los dedos. Amo esas sensaciones: -¡Y sí! es masoquismo absoluto. Pero bueno, siempre he pensado que hay que sobrepasar la rutina para superar el nivel que tiene nombre de “gente” al escalón que se denomina “personas”.
No me gusta formar parte del conjunto de masas, quiero que el conjunto sólo seamos tú y yo, mis palabras y todas esas personas, cosas o lugares que alguna vez han hecho que sonría.
Voy a arriesgar totalmente, voy a quedarme apoyada en frente de las vías del tren simplemente para admirar el paisaje; para soñar imaginándome tu silueta y escribir.
Sophia
Voy a escribir más que nunca. A sonreír mientras tú o el sol me ilumine la mirada y a saltar, aunque me tachen de loca me da igual: pasearé y correré, quizá me resbale y me caiga pero, no importa, seguiré adelante e iré a contracorriente.
Hoy me parece bien todo. Me gusta mi vida mucho, no la cambiaría por nada del mundo…
Pese a que siempre me queje con que esté muy agobiada, me encanta tener cosas que hacer: tener que hacer miles de trabajos y ponerme a estudiar hasta que se me cierren los ojos. Porque no son un taco de apuntes o un montón de escritos, canciones y poesías: -¡qué va! Es parte de mí, parte de mis sueños y mi ilusiones, hasta mis necesidades primarias: llorar porque no salgan las palabras, leer un libro hasta el desfallecimiento, pasear bajo la lluvia y mojarme entera o resbalarme, estar escuchando una canción hasta que me duelan los oídos o, llegar a querer olvidar tanto mis recuerdos que me ponga a escribir hasta que me salgan cayos en los dedos. Amo esas sensaciones: -¡Y sí! es masoquismo absoluto. Pero bueno, siempre he pensado que hay que sobrepasar la rutina para superar el nivel que tiene nombre de “gente” al escalón que se denomina “personas”.
No me gusta formar parte del conjunto de masas, quiero que el conjunto sólo seamos tú y yo, mis palabras y todas esas personas, cosas o lugares que alguna vez han hecho que sonría.
Voy a arriesgar totalmente, voy a quedarme apoyada en frente de las vías del tren simplemente para admirar el paisaje; para soñar imaginándome tu silueta y escribir.
Sophia