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De nuevo Nada

Tras un día normal, decides tomar prestado un tiempo para ti. Te sientas en el escritorio, te remangas, miras el folio en blanco, te llevas una mano a la cabeza y con la derecha mueves la pluma arriba y abajo mientras vas indagando en tu mente y pensando: “A ver si puedo sacar algo productivo de este día”. Empiezas a recordar todos los momentos; sonrisas, conversaciones, personas, gestos, cosas que te han hecho gracia, cómo te sientes…Miras una foto, suspiras y empiezas a escribir.

Al terminar, intentas releer entre tanto tachón lo escrito pero: “¡Anda! Se parece mucho al texto que escribí el otro día. ¡No! tiene que ser más ambicioso, algo que todavía no haya escrito.”

Caes en la cuenta de que no deben de quedar muchos más temas que abarcar. Piensas en lo mal que está el mundo con la esperanza de que salga la vena revolucionaria que llene el papel. Miras por la ventana pero te dices: “No, hoy no me apetece remover las injusticias de nuevo. Además todo el mundo sabe ya lo que pienso, cómo lo pienso, qué me gustaría, qué querría hacer…”

Decides recurrir a alguna técnica literaria: abres el primer libro que encuentras y retienes la primera palabra en la que tus ojos se fijan para escribir sobre ella. Escribes algo bonito y simple pero, que a la vez pueda sacarle todo el jugo. Una vez hecho el trabajo, repasas lo escrito y te percatas de que tu descripción no está mal, porque obviamente es tuya, pero es una tontería.

Miras la hora, te asustas porque no tienes tiempo, suspiras y te dices para tus adentros: "Nada, hoy el papel se queda de nuevo en nada” Y tus manos se quedan de nuevo frías. Mientras las miras piensas: “¿dónde estará la musa, dónde estará la inspiración?” Pero está lejos, tanto, que temes que un día éstas se congelen.

Sophía

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