Una estrella en el lado derecho de la luna...
"Está bien, la vida es una realidad, las personas se pertenecen las unas a las otras porque es la única forma de conseguir la verdadera felicidad."
Desayuno con diamantes -1961
Desayuno con diamantes -1961
Una estrella en el lado derecho de la luna:
Erase una vez, una joven que era hija del sol… La muchacha era una pequeña estrella que vivía sola en este planeta, a menudo no entendía las costumbres del lugar, puesto que su visión de la realidad era totalmente diferente a la de los mortales.
La joven caminaba a paso lento por las calles mientras escuchaba la música de la ciudad, iba a mirar y tirar piedras al río pero sobre todo acudía al parque del castillo que tenía en frente de su casa y se sentaba en un banco de madera bajo los árboles dorados.
Ella no podía evitar columpiarse para intentar volar y viajar sobre los cielos… Miraba a sus hermanas mientras cantaba hermosas canciones; melodías celestes que nadie que no poseyera magia podría entender.
A la estrella le encantaba escribir, podía pasar horas y horas con su pluma y su papel dedicando palabras a su enamorada luna. Solo ella la entendía, iluminaba sus cabellos dorados cuando la joven se derrumbaba y lloraba en silencio.
Un día cuando estaba tumbada en el césped, se dio cuenta de que su objetivo no tenía que ser llegar al sol, porque allí apenas se notaría su luz, sino que con quien debía estar era con su fiel compañera y amante, ya que, ¿qué mejor lugar para una estrella que estar en el lado derecho de la luna?
Sophía
Erase una vez, una joven que era hija del sol… La muchacha era una pequeña estrella que vivía sola en este planeta, a menudo no entendía las costumbres del lugar, puesto que su visión de la realidad era totalmente diferente a la de los mortales.
La joven caminaba a paso lento por las calles mientras escuchaba la música de la ciudad, iba a mirar y tirar piedras al río pero sobre todo acudía al parque del castillo que tenía en frente de su casa y se sentaba en un banco de madera bajo los árboles dorados.
Ella no podía evitar columpiarse para intentar volar y viajar sobre los cielos… Miraba a sus hermanas mientras cantaba hermosas canciones; melodías celestes que nadie que no poseyera magia podría entender.
A la estrella le encantaba escribir, podía pasar horas y horas con su pluma y su papel dedicando palabras a su enamorada luna. Solo ella la entendía, iluminaba sus cabellos dorados cuando la joven se derrumbaba y lloraba en silencio.
Un día cuando estaba tumbada en el césped, se dio cuenta de que su objetivo no tenía que ser llegar al sol, porque allí apenas se notaría su luz, sino que con quien debía estar era con su fiel compañera y amante, ya que, ¿qué mejor lugar para una estrella que estar en el lado derecho de la luna?
Sophía