Yo escribo por amor:
Hoy necesitaba escribir aquí, simplemente hay días que lo necesito. No sé por qué razón, pero siento que mi blog es como mi refugio, como ese espacio en blanco donde puedo mojar mi mente y mi corazón en tinta, un lugar de tregua, de sosiego, donde el calor no quema y los sentimientos pueden volar sin cuerdas que los aten.
Hoy tengo tantas emociones gritándome por dentro.
Hoy tengo tanto donde poner orden.
Hoy hasta el propio caos está empezando a dictaminar los quehaceres.
"No te equivoques, cabecita", dice el corazón todas las noches. "No te equivoques, corazón", dice la razón por las mañanas.
Y ahora digo yo: ¿Equivocarme?
Cómo equivocarse si en realidad todo está claro.
Todo es agua.
Todo es cristal.
Todo es reflejo.
Soy solo yo la que remueve el agua. La que rompe los cristales. La que se asusta ante el espejo. Y todo, ¿por qué?
No lo sé.
O sí lo sé.
Quizá es porque me da miedo reconocer que nada está desordenado. Que todo está donde debe estar. Que ya no quedan cenizas por recoger. Que se evaporaron las tormentas. Ya no queda polvo. Ya no queda ruina. Se quemaron los escombros. Y ahora sólo está amaneciendo. Solo está lo nuevo. Solo está la verdad. La verdad es que siento y punto. Que amo y punto. Y que necesito escribirlo para darme cuenta.
Porque a fin de cuentas, yo nunca escribí por reconocimiento. Yo escribo... por amor.
S.