Inmarcesible
Inmarcesible:
Como suele ser costumbre, febrero nos
trae las rosas rojas de San Valentín junto a la gripe genérica, las faringitis
y el resfriado común. Así que al tercer día a 38 grados, lo único que puedo
hacer es rezar porque mis pobres amígdalas no se infecten más de lo habitual e
ir serpenteando de la cama al sofá.
Al menos, tengo tiempo para tomar el
sol en mi terraza debido al sorprendente tiempo estival que nos deleita de
11:00 a 14:00 del mediodía. Hasta mis geranios más veteranos parecen haberse
anticipado a la llegada de la primavera y han dado un toque de color y
vitalidad a este mes tan soporífero.
Como tenía que darle algo sentido
estético a mi vida, he decidido darme mi clásico baño de espuma y pintarme las
uñas con un esmalte rosa nude que me recuerda al algodón de azúcar, demasiado azucarado
para tu gusto.(Debo añadir que es el color de la temporada).
El agua caliente ya colisiona con mis
pies en el fondo de la bañera y parece que el ruido del grifo genera cierta paz en mi interior,(con un olor riquísimo a maracuyá). Mmmmm… menos
mal que tenemos los baños de espuma con Diana Krall de fondo para reconfortar
el espíritu, ¡y mis pobres trapecios permanentemente contracturados!
“Fly me to the Moon, let me play among the stars” ¡Me encanta cómo versiona esta canción! “In other words… I love you!”
Ohh, es inevitable cantarla, pero mi querida garganta no está por la labor de
hacer falsete.
También he aprovechado para hacer dos
mascarillas naturales, una para el cabello y otra para el rostro:
La primera consta de: un yogurt
natural, un huevo y tres (dos si tienes el pelo graso) cucharadas de aceite de
oliva. Este es uno de mis trucos milagrosos para que el sol brille en el pelo todos los
días.
Y la segunda mascarilla es para
perfumar el alma como hacían las antiguas egipcias, a base de pétalos de rosa
triturados y miel de romero fundidos al baño maría, (con un puñadito de azúcar
moreno al final para exfoliar). Siempre he pensado que la piel es como el lado
visible de nuestra luna. Ahora a esperar unos minutos…
¿Sabes? Hoy estaba volviendo de
urgencias, con mi bolsita de farmacia y sus correspondientes medicamentos
genéricos, analgésicos y antiinflamatorios, cuando he entrado a buscar la revista Vogue
desesperadamente tratando de encontrar ese punto de inspiración que me da un
poco de sosiego cuando el mundo se vuelve demasiado feo.
Pero de repente he visto que en la
parte inferior del estante estaba Elle junto a Harper´s Bazaar con un
especial de Madonna que parecía susurrarme al oído “Cómprame”. Como no he podido negarme ante tal tentativa, he estado releyéndola con el kimono de flores que me
pongo cuando estoy mala y mi agua con limón bien caliente:
“Me gusta traspasar los límites. Pero
no lo hago solo por hacerlo. No me gusta ser provocadora por el mero hecho de
serlo. Quiero provocar. Quiero que la gente piense. Y quiero tocar el corazón
de la gente. Creo que si puedo conseguir esas tres cosas a la vez, habré
conseguido algo importante de verdad.” M.
¡Qué relativo es lo importante! A
menudo pensamos que para ser importantes necesitamos hacer grandes logros,
cosechar grandes éxitos, coleccionar victorias… Y la vida, al igual que dice
Madonna, no tiene nada que ver con eso. Porque lo importante es lo inmarcesible.
Basta con un relato acertado, una
frase a tiempo, una canción compartida, una mascarilla que te haga sentir
hermosa, o una reflexión escrita en una bañera apunto de colmarse, con un
pintauñas rosa nude, una revista de moda, Diana Krall sonando de fondo, y
tantos pensamientos como burbujitas que te hagan cosquillas en los pies.
Sophie