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La reina de mis mariposas: La Rosa: El Viaje 9ª P.2

 La reina de mis mariposas:
La Rosa: El Viaje

9ª P.2




Amanecía, amanecía como todas las mañanas en mi barrio cutre y de olor raro, amanecía en mi ciudad aburrida y caótica al mismo tiempo, amanecía en este mundo injusto de siempre,  amanecía… con todas las cosas malas que van arrastrándose con las agujas del reloj; sin embargo, yo amanecía sonriente, con un poquito de miedo y un poquito de ilusión, sin darle importancia a la bazofia que nos rodeaba, porque en ese momento, tenía una especie de foco dentro de mí, que alumbraba todo lo malo de tal manera que parecía desvanecerse.

 Miré el móvil como todas las mañanas, y por suerte no había ningún mensaje que estropeara los futuros acontecimientos. Fui a la cocina sin hambre, bebí un poco de café que quedaba del día anterior y fui al baño a darme una ducha fría. A mí nunca me habían gustado las duchas frías, me gustaba sentir el calor, casi quemándome la piel, me gustaba salir de la bañera y traspasar el vapor de agua con mis manos, escribir su nombre en el espejo y que se escondiera como un secreto bien guardado. Pero ese día necesitaba despertarme, estar atento, fijarme bien en cada detalle para que hoy en día, pudiera recordarlo con la misma o más intensidad.

 La verdad es que no sé muy bien como llegue a mí destino, no recuerdo esa parte, lo único que recuerdo es que la música estaba muy alta pero yo apenas la escuchaba, sólo podía pensar en ella, parecía totalmente consumido por su imagen. Cuando estaba en el semáforo anterior a la parada, la vi, era imposible que pasara desapercibida una mariposa con un vestido de color rojo, y con el sol sonriendo a su sombra.

 El semáforo parecía durar años, no sé cuanto tiempo estuve ahí parado observándola, desde lejos, con las pupilas dilatadas y las manos sudorosas. Cuando el semáforo se puso en verde ni reaccioné, tuvieron que pitarme los dos coches de atrás para que despertara de mi ensoñación, Michelle levantó la cabeza y creí verla reír, ¡qué vergüenza!

 Cambié rápido la canción y puse mi disco de los Rolling Stones para que no perpetrara más en mi alma descubriéndome del todo. Abrió la puerta del coche y así empezó la aventura:

-¡Hola! ¡Madre mía que puntual has venido! Yo pensaba que iba a estar ahí sentada por lo menos diez minutos ya que he llegado demasiado pronto, ¿qué tal estás?-.

-¡Buenos días! Yo estoy bien, un poco perdido porque no sé en qué dirección tengo que ir, no he traído el GPS, ¿me ayudas?-. 

-¡Claro que sí! Yo llevo yendo al mismo vivero desde que era pequeñita, la verdad es que siempre me han encantado las flores, no sé si es porque he visto “El jardín secreto” mil veces, o porque realmente tengo una ligera obsesión con las cosas bonitas, y las flores destacan entre todo pero bueno… Bueno, a lo que iba que siempre me voy por las ramas, yo creo que por aquí vas bien, pero no sé, no tengo muy bien sentido de la orientación-. Michelle rió con su encantadora risa de niña, y yo, sin saber muy bien dónde estaba, seguí recto.

Finalmente dimos unas cuatro vueltas para encontrar el camino, tuvimos que mirar Google Maps dos veces, y parar otra, pero nunca olvidaré ese paseo por la ciudad con las reina de mis mariposas a centímetros. ¡Qué poco sabía Michelle que ella sería mi GPS durante tantos viajes por su corazón! Todavía era sólo el comienzo de un viaje precioso y esta parecía ser nuestra primera ruta.


Continuará…

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