Cinco minutos:
Cinco minutos:
En estos últimos cinco minutos, ha
sonado una ambulancia, tres coches, la persiana del piso de arriba y el pitido
del lavavajillas.
En estos cinco minutos en los que
el silencio es ruido, en los que el vecino ha abierto el grifo de la ducha siendo
casi la una de la madrugada, en los que los chavales se van por ahí a
emborrachase con la esperanza de tirarse a alguien (probablemente en vano),
mientras los de la pared de al lado, con más suerte, han iniciado su ritual
nocturno; yo me voy desvaneciendo, una vez más, mientras la fiebre sube o quizá
sea la temperatura de la habitación la que baje.
Últimamente apenas duermo: noto el
peso de mi cuerpo, las retinas cansadas, el corazón dormido pero la mente
despierta. Por eso, cuando acaben estos cinco minutos, cuando el grifo se
cierre, cuando no haya coches ni ambulancias en la carretera, cuando la pareja del otro lado de la pared se duerma, y no
haya más aventureros nocturnos en las calles; yo me quedaré a solas con mis
pensamientos y por eso no quiero, no quiero que los minutos pasen.
Sophía