Cotidianidad
-Uno, dos y tres- Ahora sí, de un impulso te levantas. Erguido ante tu ventana miras al mundo creyendo que un día nuevo comienza, pese a que haga el mismo tiempo que ayer y que anteayer; con la misma crisis, las mismas protestas y el mismo aire hastiado que se filtra por los entresijos de la cortina. Esta mañana tienes el inocuo pensamiento de que puedes reconciliarte con la vida, con el mundo loco que ayer te daba migrañas. Sin embargo, pasan las horas en balde y resulta que el café sabe al mismo aguachirri de siempre, los vecinos repiten sus irritantes temas sobre el tiempo, las conversaciones a lo largo del día siguen siendo igual de insustanciales que ayer, persiste el aire acondicionado dentro del supermercado en el que no se enteran de que ha venido el otoño –hola septiembre-, la misma fila impaciente, el mismo estúpido que cruza sin mirar y al que casi te cargas, las horas perdidas tras el televisor con la programación sin actualizar hacen que tengas una náusea de la realidad. Todo parece perdido hasta que finalmente, a una hora poco adecuada, vibra el móvil...
Sophie