El Chico de los Ojos Grises y La Chica del Pelo Rojo:
El Chico de los Ojos Grises
y La Chica del Pelo Rojo:
Él
tenía los ojos grises, tan tan grises que parecía que lo veía todo en blanco y
negro y no conocía el color.
Ella
tenía el pelo rojo, tan tan rojo que parecía que se iba a prender fuego a sí
misma en cualquier momento.
Un
día, el chico de los ojos grises y la chica del pelo rojo se conocieron. Pero
ella tenía demasiado fuego delante de los ojos para verlo bien y además brillaba
demasiado para el chico de los ojos grises, que no podía reconocerla, ni
siquiera podía distinguir el color de su pelo.
De
esta triste manera, las semanas pasaban y las calles cambiaban de color según
el día, ella se cambiaba el color de sus vestidos y él el color de sus camisas,
pero de nada servía.
-Buenos
días
-Hola
-Hace
buen día, ¿no?
-Sí
claro-. (No lo sé, mis ojos no distinguen la luz ni siento el calor) Pensaba
realmente el chico de los ojos grises.
-Bueno,
ya era hora de que llegara el sol-. Decía la chica de pelo rojo aunque ella
siempre estuviera ardiendo.
-¿Subes
o bajas?
-Subo,
¿y tú?
-Yo
bajo
-¡Pasa
un buen día!
-¡Igualmente!
Y
así todos los días, en la misma oficina de lado a lado, ella dejando un rastro de fuego que se
apagaba ante los pasos goteantes del chico de los ojos grises.
Había
días que llovía y ella llevaba un gorro y un paraguas rojo, él no llevaba nada
porque le gustaba la lluvia.
-¡Uf!
¡Cómo llueve! Hice mal en no coger paraguas-. M̶e̶n̶t̶í̶a̶ Decía el chico de los ojos grises.
-Si
quieres compartimos el mío-. S̶u̶p̶l̶i̶c̶a̶b̶a̶ Decía la chica del pelo rojo.
-De
acuerdo, ¡muchas gracias!
“Huele
a madera y a manzana” Pensaba él.
“Huele
a incienso y a menta” Pensaba ella.
-¿Fumas?
-Depende
-¿De qué?
-¿De qué?
-Del
tiempo…-. Él se quedaba pensativo, ella no entendía a qué se refería.
-Bueno
cierro el paraguas que ya viene mi autobús, ¿vas en este?
-No,
yo voy andando.
Ella
miraba extrañada desde la ventanilla cómo él iba cabizbajo y con las manos en
los bolsillos hacia la otra dirección.
Otros
días se despertaban con música: él escuchaba canciones en alemán y ella
tatareaba La vie en rose de Piaf. Había días en los que los dos las escuchaban
en inglés, se aislaban del mundo sin saber que era con la misma canción.
“I once had a
girl, or should I say, she once had me...
She showed me
her room, isn't it good, norwegian wood?”
En
esos momentos los dos sentían lo mismo, ella miraba por la ventana el cielo y
él miraba la ventana del ordenador, pero ninguno veía nada en realidad, sólo
sentían, se sentían desde lejos, como desde el subconsciente y los sueños… en
esos momentos los iris de los ojos grises se encendían y la llama del pelo rojo
disminuía.
Como
si tuvieran algún tipo de vínculo secreto, ella se giraba hacia su izquierda y
él hacia su derecha y se encontraban. Cruce de miradas desde lejos, aunque
estaban más cerca que nunca. Los flexos de la oficina parpadeaban, ella
suspiraba y él apartaba la vista.
Continuará…
Sophie