LO MISMO DE SIEMPRE
Lo Mismo de Siempre:
Parece
que siempre escribo lo mismo, y no porque las historias sean iguales, no porque
sean los mismos personajes o esté escrito en la misma persona. Es lo mismo
porque nunca pasa nada. Nunca
pasa nada. ¿Nada? Y yo me pregunto, ¿qué tiene que pasar? En la vida no pasa
nada pero en ese nada pasan muchas cosas, ¿verdad?
¿Por
qué necesitamos que pase siempre algo? ¿Por qué necesitamos que haya mil giros,
antagonistas, pruebas épicas, consecuencias dramáticas? ¿Quizá para ver lo que
nuestra vida no nos aporta? La vida no nos presenta criaturas mágicas delante
de nuestros ojos, la vida no nos abre un laberinto gigante que tenemos que
traspasar porque sino nuestros seres queridos desaparecerán, en la vida no
tenemos un Joker ni un Darth Vader contra el que tenemos que luchar. ¿Y por qué
íbamos a quererlo? ¡Qué horror!
Quizá
lo que queremos es sentir esa adrenalina, ese no saber qué va a pasar después,
o más bien… ¡saber qué va a pasar después! El protagonista gana, los buenos se
salvan, la tierra se libra, ¡viva! O no… un giro en el argumento: el
protagonista muere, una batalla épica, un final inesperado. Adrenalina a fin de
cuentas.
Pero,
¿no es eso “lo mismo” también? A fin de cuentas son metáforas de la vida. A mí
me gusta escribir “siempre lo mismo” me gusta que “nunca pase nada” porque esas
son las verdaderas historias. Me gusta sentir mis palabras, me gusta
desgarrarme en mis protagonistas, sentir sus complejos, sus miedos, sus dudas,
sus álter ego, sus sentimientos reales sin un sinfín de aventuras detrás. Ir
desentrañando lo absurdo, lo complejo, poco a poco, sin bisturí, sin adornos ni
maquillajes, me gusta sentir lo real. Fabricar una especie de Frankenstein y
desdoblarme en él, leer parte de mi interior en su nombre, en sus acciones, en
sus habilidades, en sus elecciones. Pero nada más allá de la realidad. De ahí
que todo “parezca lo mismo”, ¡y qué bonito es eso!
Sophie