Cadáver exquisito:
La ciudad ayer suspiraba por los instantes vividos. Tal vez
los olvidos eran más intensos e insoportables, agujas clavadas en la piel,
pálida y frágil como su alma, iba sangrando la soledad. El tiempo transcurría
despacio, como los besos que se dan la mano como dos niños que se atreven a
jugar a volar con los columpios.
PD: Gracias por regalarme nuestras palabras encuadernadas, adoro ver cómo ambas se funden entre las servilletas manchadas de café.