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Cadáver exquisito:

                                                        Con Roberto Ballester
Cadáver exquisito:

La ciudad ayer suspiraba por los instantes vividos. Tal vez los olvidos eran más intensos e insoportables, agujas clavadas en la piel, pálida y frágil como su alma, iba sangrando la soledad. El tiempo transcurría despacio, como los besos que se dan la mano como dos niños que se atreven a jugar a volar con los columpios.


PD: Gracias por regalarme nuestras palabras encuadernadas, adoro ver cómo ambas se funden entre las servilletas manchadas de café.

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