Somos nada y yo te amo...

Me deleitas con tus sabores
dispares como el café con palomitas,
pero tan deliciosos… ¡quién diría
que son para desayunos entre lugares!

Fresas, chocolate negro con menta,
se cuelan entre las sábanas de tu cama,
a dos metros de la pared;
a nueve latidos de corazón por segundo.

Vivamos en áticos de suspiros
donde giren estúpidos vinilos de Sinatra…
y las fotografías de una Polaroid,
acompañen a los libros que forman la pared.

Seamos dos escritores poco ordinarios,
que eduquen a niñas de doce
hacia  posturas existencialistas sartrianas,
mientras finjan rupturas por las calles.

Hablemos en subjuntivo
cuando a los años 20 viajemos en el tiempo,
mientras me pregunto acerca del universo
afirmando que somos nada y que yo te amo...

Sophía