...

LA HIJA DE ÁFRICA

Hace frío y tiene sueño después de haber estado toda la noche anudando redes, para conseguir lo que serían aquí veinte céntimos por su costoso trabajo. Ahora ella tiene que ir al río en busca de agua para sus cuatro hermanas pequeñas que lloraban porque tenían sed.

La hija de África va descalza, había olvidado la última vez que llevó algunas vendas en forma de calzado, pero tiene los talones más duros que una roca. Al principio le dolían las infecciones que le causaban los pinchos que se clavaba, pero ya se había acostumbrado al dolor.

Hoy, sus hermanas y ella dejarán de trabajar todo el día para ir al vertedero. Está contenta porque siempre sale de allí con alguna pintura o algún cartón con lo que distraerse cuando oye a su madre llorar por ganarse la vida de forma indecente.

La niña, sin embargo, sonríe pensando en el objeto que encontrará entre los cristales, papeles y comida podrida. ¡Parece que toda la belleza de África se refleja en su intrigante sonrisa!

Pese a lo dura que sea su vida, no le importa. Ella solamente salta y mira al cielo deseosa de ver algún día una paloma blanca que proclame la paz.

Sophía

Y mientras tanto nosotros levantando papeles de colores... ¡Qué mal estamos leche!

"Si pienso que fui hecho
para soñar el sol
y para decir cosas
que despierten amor.
¿Cómo es posible entonces
que duerma entre saltos
de angustia y horror?
En mi sábana blanca
vertieron hollín,
han echado basura
en mi verde jardín
si capturo al culpable
de tanto desastre
lo va a lamentar.
Anoche tuve un sueño
y anoche era verano
oh verano terrible
para un sueño malvado,
para un sueño malvado."

Silvio Rodríguez